Ésta soy yo
y..
¡¡¡Sorpresa!!!
Me llamo Sònia Cortasa.
¡¡¡Uaaalaaa!!! Esto no te lo esperabas, ¿eh?
¿Que a qué me dedico? ¡Pues muy fácil!
Ayudo a los emprendedores con el cacao que llevan con sus números, sus métricas y sus libros de Excel.
Te lo explicaré un poco mejor. Pero luego.
Como soy una «rebelde sin causa» (o como mínimo, eso es lo que me decían siempre mis padres), no voy a seguir con esa estructura tan manida de: “Primero tienes que explicar lo que ofreces y después ya, si eso, hablarás de ti…”, no. Lo voy a hacer a mi bola, que para eso esta es mi web.
Vine al mundo en Barcelona, a principios de los 60 y además de ser una boomer, soy una auténtica friki del Excel.
Luego te cuento más, pero antes de entrar en materia, quiero que te fijes en mi logo.
Y pensarás: ¿Pero qué chorrada es esta? ¿De verdad me vas a hablar de tu logo?
Pues sí, te quiero hablar de mi logo.
Te quiero hablar de mi logo porque éste es un sentido homenaje a dos personas que me han ayudado mucho en la vida y en el lanzamiento de este pequeño proyecto.
La primera es mi padre.
Mi padre fue una persona muy especial para mí. Supongo que esto no se sale de la norma, pero no por ser usual, deja de ser cierto.
Fue una gran persona, un hombre muy trabajador y generoso, que luchó toda su vida por los suyos y que me enseñó la importancia de poner esfuerzo en lo que hago y a sentir la satisfacción del deber cumplido.
Me enseñó a disfrutar de las matemáticas, a ser meticulosa, ordenada y creativa en todos los ámbitos de la vida y esto, que puede parecer una tontería, se ha convertido en una de mis señas de identidad.
Supongo que luego hablaré algo más de él, pero respecto a logo, te diré que no busques esta tipo. No la busques porque no existe. Está extraída del logo de la empresa familiar por la que mi padre luchó toda su vida.
Por ti, papá.
Y luego, quiero hacer un agradecimiento público a mi querido amigo y mentor Arturo García, el Cerdo Estratega, la persona que más sabe de estrategia para negocios digitales que puedes tirarte a la cara y, además, ¡un tío estupendo!
¿Has visto la coronita en mi logo?
Pues esto no ha sido idea mía.
Hablando un día con Arturo del por qué de este proyecto, le expliqué que a mi me gustaba mucho el Excel, tanto que mis compañeros de trabajo, en plan de coña, me pusieron el mote de «Excelencia«. Un mote que, de vez en cuando, aún me sueltan cuando nos vemos.
La cuestión es que a Arturo le hizo tanta gracia esta chorrada que me dijo:
“Tú te vas a convertir en la reina del Excel y a ti lo que te pega es una coronita”.
La verdad es que no me considero (¡vamos, ni de coña!) la reina del Excel, pero como a la gente que sabe se la tiene que escuchar, ahí está mi coronita…
¡Gracias Arturo!
Bueno, ahora ya sí, te voy a explicar un poco quien soy, por si te interesa saber quién se esconde tras esta web.
Como ya te he dicho, nací en Barcelona a principios de los 60.
Empecé a trabajar muy joven, porque los estudios no eran lo mío.
Sacaba malas notas en casi todo. Esto dicho así, es un eufemismo, porque la realidad es que suspendía como una bellaca. Soy algo disléxica y se me daba fatal estudiar.
Lo mío eran las manualidades, el deporte, la música, el inglés y…. las mates. ¡Era una crack con las mates! ¡Todo dieces!
¡Ostras! ¡¡Siempre me ha costado entender a los que dicen que las mates son odiosas!! ¡¡¡A mí siempre me han parecido fascinantes!!!
El caso es que como no sacaba los cursos adelante (porque haciendo casitas de macarrones o volteretas no se aprueban cursos), mi padre me dijo que si no quería estudiar me tenía que poner a trabajar.
Y ya me ves, con 14 años, empezando a trabajar en la empresa de papá…
Lo que para él fue una especie de «castigo» (supongo que, en el fondo, quería que volviera “al rebaño”), para mí fue una liberación.
Descubrí que me gustaba muuuucho más trabajar que estudiar todo ese montón de cosas que te enseñan en el cole y que luego apenas te sirven para tener un poquito de culturilla general.
Empecé con lo más básico. Abría la puerta, cogía el teléfono, tomaba nota de los pedidos, actualizaba las fichas de los clientes (por aquel entonces, físicas), archivaba… Vaya, un trabajo de recepción en toda regla…, pero yo me divertía.
Soy muy ordenada y me gustaba archivar.
Miento.
Me sigue gustando. Ver que todo queda bien guardadito, bien colocadito y bien ordenadito, me mola un queso.
Sí, ya lo sé… Soy un poco rara…
Bueno, que me desvío… A lo que iba…
Mi padre era una persona intelectualmente muy inquieta, a la que le encantaba la ciencia y la tecnología. Compró el primer ordenador IBM para su empresa en el año 1978.
Por aquel entonces, pocas empresas pequeñas se informatizaban.
El IBM era un armatoste enorme, que hacía un ruido infernal y que tenía unos discos duros, también enormes, a los que llamábamos «ensaimadas». Sí, sí…, ¡como las de Mallorca!
Rebuscando por Internet, he encontrado una foto, para que veas de qué te hablo..
En aquel momento empecé a interesarme por los ordenadores, pero era demasiado joven para darme cuenta de que por ahí andaba mi vocación.
Mi padre tampoco se dio demasiada cuenta de que me pasaba todas las horas que podía al lado de Jordi, el informático que estaba creando el programa para la empresa.
Así que, nada… Como no tenía ninguna formación, seguí durante mucho tiempo con mi trabajo de administrativa, cambiando de empresa de vez en cuando.
Pasaron los años y un día, de repente, perdí el trabajo (la crisis inmobiliaria del 2008, ¿te acuerdas, no?).
No sé si por ser hija de empresario o por qué, siempre he tenido el gusanillo de tener mi propio negocio, pero he estado con el foco equivocado una pila de años.
Como ya me había dado cuenta de que me gustaba trastear con ordenadores, empecé a formarme en diseño y desarrollo web. Al principio estudiando distintos lenguajes de programación web.
Después, pensando que con eso no tenía suficiente, hice un curso de community manager (porque por aquel entonces empezaban a pegar con fuerza las RRSS).
A eso, le siguió un máster de Analítica web, otro de SEO y SEM, diseño con WordPress, escritura persuasiva, bla, bla, bla… Todo enfocado a conseguir, algún día, dedicarme como autónoma al diseño web.
Pero siempre con esa sensación de que no era lo suficientemente buena… ¡¡¡Maldito síndrome del impostor!!!
A todo esto, seguía con mi aburrido trabajo de administrativa para terceros.
A lo largo de mi carrera profesional, inevitablemente, he ido aprendiendo a utilizar todas las herramientas de Office, dominándolas en mayor o menor medida, pero siempre he sentido debilidad por Excel.
Para mí, es la unión perfecta entre las mates, el orden y el diseño (odio cuando veo libros con colorinches y formatos infumables). Tres conceptos que deben ir siempre de la mano y que, casualmente, se ajustan bastante a mis puntos fuertes.
La vida, a veces, te lleva por extraños derroteros…
He estado durante un montón de años empeñada en dedicarme al diseño web, sin darme cuenta de algo que vieron, con claridad cristalina, mis dos hijos mayores (ambos emprendedores autónomos) y que me dijeron un día en una conversación:
«Mamá, no entendemos porqué sigues emperrada en dedicarte a hacer sitios web.
Lo tuyo es el Excel. Te encanta.
A la mínima que tienes una oportunidad, estás creando y optimizando libros para quien te lo pida.
Te lo pasas pipa.
¡Y todos acudimos a ti cuando tenemos un problema!
Eres muy buena y si te decides a ofrecer servicios de optimización de Excel, nunca volverás a tener esa sensación de no saber lo suficiente.
¿Tú te das cuenta de la cantidad de tiempo, de dinero y de errores que llegas a evitarnos por optimizarnos los libros?»
Y, de repente… Se me encendió la bombillita… ¡¡¡Me di cuenta!!!
¡¡¡SOY UNA MALDITA FRIKI!!!!
Siempre he tenido debilidad por Excel.
Esta debilidad me ha llevado a aprender mucho.
Me he equivocado centenares de veces, he hecho auténticas pifias, pero con todas ellas he ido aprendiendo.
Por puro placer, y siempre con el afán de mejorar los libros con los que he estado trabajando, he aprendido a hacer formularios, gráficos, tablas dinámicas, macros, programación,… y a utilizar un montón de herramientas más que tiene Excel, que no te voy a explicar porque sé que a ti, en el fondo, te importa un pito cómo se llaman y lo único que te interesa son los resultados que se pueden obtener con ellas.
Te voy a hacer una confesión.
Aunque me da un poco de vergüenza, la verdad…
En el último trabajo que tuve, tenía dos horas al mediodía para comer. Era mucho tiempo, pero no era el suficiente para llegar a casa, comer y volver, por tanto, siempre comía en algún local cercano a la oficina.
La gente que come sola en los locales, se pasan el rato mirando chorradas en el móvil, miran las redes sociales, miran vídeos de YouTube, miran pelis, series, en definitiva, pasan el rato, se distraen.
Pues… y aquí podrás comprobar mi nivel de frikismo…
¡¡¡Yo miraba vídeos de Excel!!!
Nunca nadie me ha obligado a aprender, siempre hubiera podido seguir trabajando con libros tal cual me los había encontrado, pero soy odiosamente cabezota y perfeccionista y siempre me han tocado mucho la pera los errores. No me gusta perder el tiempo repitiendo constantemente una y otra vez los mismos pasos, me revienta el trabajo absurdo… y con Excel, la mayoría hace mucho más trabajo absurdo del que se imagina…
Siempre he sabido que a Excel le podía sacar mucho más jugo, que me podía dar más, mucho más…
Que podía llegar más lejos de lo que estaba llegando…
Que cualquier cosa la podía hacer más rápido…
Que podía trabajar menos y mejor…
Que podía evitar errores…
Implementaba y me equivocaba, y aprendía. Y probaba de nuevo, y me seguía equivocando y seguía aprendiendo…
Me encantan los retos que Excel me proporciona. Para mí, es casi un juego.
Por eso, también he optimizado libros de Excel para un montón de familiares, amigos y conocidos, ayudándoles a que su trabajo sea mejor y más eficiente.
Y eso es lo que ahora me he decidido a hacer por ti.
Sé que necesitas tomar decisiones para tu negocio y que para hacerlo tienes que tener “las cuentas claras”.
Sé que las diferentes herramientas que utilizas te devuelven sus métricas en diferentes formatos y que, aunar todos esos números en un solo documento para tener un buen cuadro de mandos y poder sacar conclusiones acertadas, puede ser un auténtico dolor de cabeza.
Sé que si te digo que con apenas unos clics, y/o moviendo archivos de una carpeta a otra, los cálculos se harán automáticamente, te puede parecer magia.
Pero no lo es…
Es Excel.
Es saber exprimirlo y sacarle todo su jugo.
Y es fascinante.
Y eso es lo que yo, si me dejas, voy a hacer por ti.
Si tus métricas se te están haciendo bola, déjame que te diga una cosa..
La solución es mucho más fácil de lo que te imaginas.
Todo pasa por tener unos libros de Excel bien optimizados, que hagan todo el trabajo chungo por ti.